Informe de baja talla
10 de mayo de 2021Participación en el Primer Congreso Iberoamericano sobre Discapacidad, Familia, Comunidad. y Primer premio compartido
1 de julio de 2021Lic. Silvia Angelo y Lic. Marta Amilibia
Las opiniones y/o artículos contenidos en esta página son a título informativo y no pueden reemplazar de ningún modo la consulta con su médico.
Sos valioso para otros
La palabra autoestima habla del valor o lo valioso que cada persona se considera para sí mismo, para los otros y frente al mundo.
Algunos autores definen a la autoestima como la capacidad de enfrentar desafíos sin excesivo riesgo para la integridad psíquica del sujeto humano.
Es la capacidad de sentirse confiable y digno de ser amado
Es producto o resultado de la modalidad y calidad de los vínculos afectivos que se han establecido desde el comienzo de la vida .
La autoestima comprende una infinita gama de sentimientos que oscilan entre la descalificación y la omnipotencia y éstos están en relación con las semejanzas y diferencias entre el Yo y el Ideal del Yo.
Por sobre todo, tiene que ver con la percepción acerca de si el sujeto se siente objeto de amor para el otro significativo.
Ubicamos el origen del sentimiento de autoestima en la etapa narcisística que es, a su vez, el momento en el que se forma la instancia yoica.
Se instala en las primeras relaciones afectivas y en el contacto con el otro significativo. La mirada cariñosa, de aprobación y de aceptación por parte del adulto responsable del niño es el germen más importante para la constitución de la autoestima, es decir, de sentirse valioso.
El rostro materno es el primer espejo donde el niño se ve y se nutre de este vínculo. De ser, en principio, todo para el otro, pasa luego al proceso de ir discriminándose. Este proceso de discriminación es posible si el niño ha recibido una mirada de aprobación que lo fortalezca para la paulatina separación del otro.
Este sentimiento le va a permitir al niño transitar sus experiencias, algunas placenteras y satisfactorias y otras más cargadas de ansiedad o estrés. El sentimiento de ser, en principio, valioso para el otro, siendo que los adultos son el primer espejo donde el niño se mira, lo ayudará a ser menos vulnerable a las frustraciones, a las equivocaciones, etc.
El Yo es siempre, primeramente, corporal y se va constituyendo en el encuentro, que se espera sea placentero, con el otro significativo.
El cuerpo es esa superficie recorrida por el amor materno que permite la identificación con un objeto confiable y coherente en el que se puede apoyar y facilita, de este modo, su organización.
Un vínculo insuficiente no brinda puntos de apoyo para sostener el crecimiento y el sentimiento de fortaleza necesarios.
Por otra parte, muchas veces, la intolerable sensación de vulnerabilidad, lleva al individuo a mostrarse omnipotente. Posición en la que trata de compensar sus temores.
Cuando el niño va creciendo, también comienza a independizarse del otro, la mamá, y desear hacer cosas por sí mismo , y es aquí, que todo intento puede ser acompañado con palabras y gestos de aprobación, dotándolo así de confianza y de la convicción de que es capaz de hacerlo por sí mismo.
Se establece así, un sistema de señales a través de los primeros cuidados que van cimentando la autoconfianza del Yo de cada sujeto. Luego se irá lentamente desprendiendo de ese primer objeto amoroso, generando un espacio transicional. Winnicott, pediatra y psicoanalista de niños inglés, planteó que el espacio transicional es un espacio potencial entre madre e hijo, que ayuda en el proceso de discriminación y afianzamiento de la autoestima. Es un espacio intermedio entre la diada madre-hijo y la salida al mundo, lo que permite la construcción de la terceridad. La diada se abre a un tercero.
El mundo escolar es uno de los aspectos de esa terceridad, época en que se va construyendo una relación ética respecto del otro, del par, del igual.
En esta etapa suelen aparecer los motes (“el/la colorado/a”. “ el/la petiso/a”, “el/la gordo/a”, etc.) que siempre son limitantes de la identidad ya que cristalizan aspectos y tienden a bloquear el desarrollo de una identidad valiosa tanto cuando esta referencia está construída sobre aspectos considerados negativos como sobre aspectos positivos (“ el/la lindo/a”, “el/la genio/a”, etc).
Es importante que los padres pidan charlas en la escuela para trabajar los valores para ayudar a los niños a construír esa ética en la relación con los otros y ayudar en el afianzamiento de una pacto ético. Entendemos por ello un acuerdo que permita sostener los valores aún cuando, por la misma condición humana, se puedan romper. Por eso el pacto siempre deberá ser renovado.
El valor amoroso es el único que permite crecer y construír la armonía necesaria para poder crecer en la diversidad. Por otra parte es la diversidad la que estimula la creación.
Por ejemplo; comenzamos con baja talla y terminamos con la posibilidad de crear algo a partir de lo que vivenciamos como dificultad.
La autoestima se fortalece no sólo por lo que cada niño puede lograr sino también por la relación con los otros. Por ello es conveniente colocar al niño en situaciones que sí pueda resolver, acentuar y festejar sus logros y que los fracasos se constituyan en fuente de aprendizaje.
A lo largo del crecimiento el niño tendrá que atravesar algunos obstáculos, pero cualquiera sea la dimensión de los mismos, es importante transmitirle que un obstáculo no es un fracaso, sino algo a resolver, algo nuevo para aprender, una oportunidad para aprovechar.
A medida que el niño va desarrollando su capacidad de jugar, fundamental en la infancia, cuando comienza a interactuar con otros en la plaza o el Jardín, se enfrenta necesariamente con el dilema de tener que resolver situaciones, problemas. Que el niño transite estas experiencias es fundamental ya que de allí sacará el aprendizaje de tolerar las frustraciones, conocer qué puede hacer y que no todo lo puede hacer.
Conocerá de esta forma sus fortalezas y debilidades, destrezas, habilidades, posibilidades e imposibilidades, para qué es apto y para qué no lo es, para qué está preparado y para qué no, sus posibilidades de aprender, aquello para lo que está dispuesto a esforzarse y aquello para lo que no lo está, su capacidad de tolerancia, de tener paciencia y aprender a hacer algo con todo ello.
Así se va construyendo el sentimiento sobre sí mismo, de cuanto se valora y el tomar conciencia de que son capaces de resolver situaciones y sentirse queridos.
Del desarrollo de esta capacidad de sentirse valioso dependen otras capacidades tales como: la capacidad de tener amigos, la capacidad de expresar sentimientos de alegría, tristeza, dudas , etc. y pensamientos acerca de lo que sienten que es verdadero y la capacidad de obtener buenos resultados académicos.
La autoestima puede verse afectada por múltiples causas durante la adquisición de habilidades, el aprendizaje, la realización de deportes, las relaciones afectivas, etc.
Cuando un niño tiene un bajo concepto de sí mismo, poca confianza en sí mismo, vive sus errores como fracasos, sus frustraciones lo llevan a tener rabietas, no desean conocer nuevas situaciones por temor, sienten que sus pares pueden no quererlo y entonces se esfuerzan y tratan de quedar bien o hacerse querer a cualquier precio o bien son quejosos y se muestran siempre insatisfechos y hostiles.
En los chicos con baja talla suele disminuir la autoestima. Las necesarias intervenciones médicas y la mirada preocupada de la familia pueden ser percibidos como que no son el niño ideal que suponen espera la familia Están acostumbrados a que busquen en él aquello que falta o lo que no está bien. Es importante pues, que se puedan rescatar los aspectos positivos, los valores que tiene como persona, incluso físicamente.
Cómo ayudar a los niños a desarrollar su autoestima:
- Valorar su individualidad.
- Cada niño tiene sus tiempos. Que los padres puedan respetar estos tiempos, ser pacientes.
- Evitar comparaciones. Cuando uno se mide con el Ideal siempre pierde.
- Apoyar los logros que cada niño pueda obtener.
- Valorar e interesarse por los sueños : “cuando sea grande voy a ser…”.
- Estimular acorde con las posibilidades de un niño.
- Ayudar a aceptar las frustraciones, que no todo lo podemos y que el no poder no significa ser menos.
- Comenzar siempre en positivo. No marcar siempre lo que no hay.
- Valorar las conductas éticas como prestar, colaborar, ayudar, no pelear, etc.
- Dejar que el niño resuelva las cosas de su mundo. Esto lo ayudará a tomar decisiones y resolver problemas. Por ejemplo, no intervenir en las peleas con sus amigos/as.
Lic. Silvia Angelo Lic. Marta Amilibia
Bibliografía:
Winnicott: Realidad y Juego. Ed Piados.1970
Educrianza: sitio web
Dolto, D: Niños agredidos, niños agresivos Ed. Piados 1970